domingo, 28 de junio de 2009

El hombre que escuchaba a Barry White y bebía Cocacola

Soy Marcos, trabajo en el sector de las energías renovables, concretamente en solar fotovoltaica. Nos encontramos en medio de una crisis de alcance global, numerosas empresas cierran, otras comienzan con EREs temporales y de extinción de actividad, el paro llegará al 20% a finales de año y aquellos que están en paro lo tienen realmente chungo para encontrar un trabajo. El martes 23 de junio hubo asamblea entre los trabajadores de la empresa en la que trabajo para discutir la oferta que la empresa ha hecho para proceder al despido del 40% de la plantilla y que el restante 60% entre en un nuevo ERE temporal. "Las condiciones son lamentables, realmente nuestros abogados no ven ninguna opción de negociar mejores condiciones", afirmó Mariano Martínez, representante de los trabajadores en el comité de empresa. Sus palabras se vieron acompañadas de un murmullo que poco a poco se convirtió en griterío, el ambiente se iba caldeando, fruto de la situación actual y de los continuos abusos que la dirección de la empresa había estado realizando desde el comienzo de la actividad 3 años antes. "Deberíamos emprender acciones más radicales!", los grupos más activos se mostraban a favor de acciones más agresivas, siguiendo la pauta del "from lost to the river". Los miembros del comité más dialogantes salieron al ruedo entendiendo que era el momento de atajar la situación o las consecuencias podían ser desastrosas. Había que evitar que la empresa se pusiera de culo para las negociaciones, las cuales no pintaban bien pero todavía había una oportunidad. "Esas acciones no nos llevarán a nada!, hay que seguir negociando!", dijeron éstos. Pero la muchedumbre había perdido la esperanza después de meses de continuos cambios en el rumbo y de una política de agotamiento por parte de la empresa, política que había dejado a cero el nivel de motivación y a 100 el de desilusión. En ese momento un grupo de 30 empleados entre los que se encontraban los más radicales y que desde el comienzo de la reunión habían estado intercambiando comentarios entre ellos rompió con la asamblea y salieron de la nave cogiendo todo aquello que les sirviera de arma arrojadiza. El grupo más dialogante se interpuso en su camino siendo apartados a empujones (podía haber sido peor). La masa de gente se dirigió hacia el parking de la empresa reservado a los ejecutivos y la emprendió a pedrazos con los coches de los mimos. Un grupo de 15 personas se abalanzaron sobre un Passat azul con asientos de piel negro.... (mi coche!!!) y todos desde el costado derecho comenzaron a empujar. Una, dos,... y tres! El coche volcó. En ese momento debido al ruido me asomé por la ventana de mi oficina situada en la segunda planta del edificio justo enfrente del parking. NOO! - grité justo en el momento en que el coche giraba sobre sí mismo y el techo cedía a los 2000 kilos de carrocería y tecnología alemana "made in Chequia". Me pareció ver salir por uno de los cristales rotos mi colección de CDs de Barry White. "Qué grande eres", pensé, "ni estos cabrones podrán contigo, Barry". Una voz a mis espaldas me sacó de mis pensamientos, "hoy vuelves en tren, si quieres te acerco a la estación", me dijo Ramón, mi compañero de oficina. Le miré con la mirada perdida haciendo un gesto levantándole la barbilla con un movimiento seco que podía significar desde "vete a la mierda" a "avísame cuando te vayas". Le dejé con la duda, y es que Ramón nunca se había caracterizado por la idoneidad de sus comentarios, pero alguien me tenía que llevar efectivamente a la estación... A todo esto abajo en el parking los ánimos se seguían caldeando, no solo por el calor propio del día más largo del año, sino porque quedaban más coches que tunear. Desde mi ventana, con las manos en la cabeza todavía y con un sudor frío en las manos me di cuenta de que la gasolina de mi coche comenzada a salir del depósito y el charco se dirigía hacía el gentío que con el puño en alto gritaban consignas de todo tipo menos amigables. "No creo que se atrevan a subir", pensé. Al lado del grupo vi a Julio, un hombre de unos 50 años que después de 3 años en la empresa había sido incapaz de sacarle ni un saludo y que cuando me daba la espalda sentía cómo sus ojos se me clavaban como cuchillos, "directivo de mierda", seguro que pensaba. En su mano vi un pitillo, prácticamente agotado, el cual fue arrojado hacia atrás con la gracia de quien se pasa por los cojones la normativa de "Prohibido fumar en TODO el recinto, incluido el parking". Allí estaba Julio, cual torero en las Ventas, brindando el Miura al respetable, lanzando la montera (en forma de colilla encendida) sobre su cabeza, directamente sobre el charco de gasolina 98 octanos que el día anterior había recargado ("depósito lleno, por favor") antes justo de la subida que el gobierno ha aplicado a los carburantes. Apenas me dio tiempo a agacharme antes de oir el BOOOMMMM propio del final de la mascletà del día de San José. Acto seguido me volví a asomar por la ventana y el espectáculo que vi era dantesco: hombres y mujeres tendidos en el suelo, algunos intentando moverse después de la explosión, otros no... En ese momento algo me impulsó a bajar al parking pasando previamente por recepción para buscar el botiquín perfectamente preparado para casos como este: 5 tiritas, una botella de agua oxigenada, 20 jeringuillas y sus correspondientes agujas y una caja de gelocatiles con un gelocatil dentro. "Qué bien!", pensé, y me tomé el gelocatil. Cogí las jeringuillas y me dirigí al primer herido que encontré. Tenía las jeringuillas, pero... qué les inyectaba??. "Usa la energía de la vida", sonó una voz detrás de mi, me giré y era el tío de la cama 1 de la historia de Alejandro. "Jodido! no estamos para dar sustos ahora!". La energía de la vida..., a qué se referirá? Ya lo se!. Por la mañana había sacado de la máquina expendedora que hay en la cantina una lata de cocacola que había metido en la bolsa que todavía llevaba colgada del cuello!. Metí la mano rápidamente y saqué las llaves de Eduardo, "no, ahora no es el momento de cruces de historias" pensé, aunque al tío de la cama 1 debía estarle agradecido. Volví a meter la mano y saqué aquella hermosa botella con aquel líquido oscuro en su interior y misterioso en su interior. "Espero que se refiera a esto, porque si hay que pinchar se pincha, pero pinchar por pinchar...". Cargué la primera jeringuilla a mitad con un movimiento propio de un experto inyecté el contenido en el brazo del primer herido que encontré, el cual de manera inmediata abrió los ojos, me miró y eructó. "Gracias", dijo. "Vaya tela", pensé, "no entiendo nada". Sus heridas comenzaron a curarse de inmediato. Todavía asombrado me dirigí al siguiente herido, el cual reaccionó de manera similar, y luego otro y otro, pinchacito por aquí y por allá. Al final de la mañana todo el mundo estaba como si nada les hubiese pasado. Me dirigí a los cabecillas de la revuelta y les dije "No os da vergüenza? No hay otras maneras de resolver los problemas?". "Tienes razón", contestaron prácticamente al unísono. "Sí, pero mi coche fijaos cómo lo habéis dejado". En eso todos miraron la botella que todavía tenía en mi mano y en la que quedaba un dedo del líquido de la vida. A todos se nos ocurrió a la vez, nos dirigimos hacia el coche y vertimos el contenido sobre lo que quedaba de él todavía en llamas, nos apartamos y pareció como si la cocacola reaccionara con aquel amasijo de hierro incandescentes envolviendose todo en una nube de humo. A los dos minutos la nube se había evaporado y el coche aparecía delante nuestro totalmente arreglado y limpio, incluso se había arreglado un par de rasguños que le había hecho con anterioridad. "Me penalizará el seguro?", pensé. "No", dijo una voz detrás de mi, pero ya harto de sorpresas aquel día no quise averiguar de quien se trataba. "Au!", les dije a todos, me subí al coche y me fui.

6 comentarios:

Sputnik mi amor dijo...

Me gusta, asi que mis llaves están ahi...

Sputnik mi amor dijo...

Me gusta esta sección, contaré otras historias verídicas que me han ocurrido.

alejandro dijo...

BOOOONA!!!!!

Sputnik mi amor dijo...

El último comentario ha sido de Marcos.

maica dijo...

guauuuuuuuu, marcos menuda historia, no sabia que alguien del poli supiera escribir tan bien.....
agradezco tu mencion honorifica hacia Barry White, la verdad es que no pillé que fuera por mi, pero diego pensó "que mal gusto tiene mi hermano", y se equivocaba...(la que tiene mal gusto soy yo)

la verdad es que hasta mitad de narración pense que era verdad, pero en cuanto vi que nadie te estiraba del dedo , supe que no era una historia real

franki dijo...

Como vamos de boda esta tarde (Jaime el hijo de Fede), he venido a casa y Paca...garse. He tenido que ir al baño a mitad de la lectura. Porfa, ser menos irreales.